José Miguel Bermúdez-Castillo
Nació en Venezuela el 3 de junio de 1970. Vive y trabaja en París desde hace diez años. Cuando se le pide que se presente, rápidamente se escucha el calificativo de "ciudadano del mundo", ya que el artista se alimenta de diferentes culturas.
Desde muy temprano desarrolló fuertes vínculos con la cultura francesa al crecer junto a su bisabuela, de origen francés, y su madre, muy vinculada a la cultura latinoamericana y francesa, ex agregada cultural de Venezuela en París. Ella lo lleva a descubrir el país del que siempre ha oído hablar.
En París, visitó el Musée d'Orsay y la Orangerie y cayó bajo el hechizo de los impresionistas desde una edad temprana. Aún hoy, los pintores impresionistas son una de sus influencias más importantes.
Abogado en Venezuela, su pasión por el arte nunca lo abandonó y se convirtió en coleccionista. Compra a jóvenes artistas venezolanos y pinturas y obras de arte francesas. Es llevado a dejar su tierra natal por la tierra de su corazón, Francia, donde su pasión por la creación lo alcanza. Se matriculó en la Sorbona para tomar cursos. En vista de su talento, sus profesores de artes plásticas lo animaron a iniciar su vida como pintor profesional. La pintura acrílica, sobre lienzo o sobre papel, le permite expresarse libremente, más que cualquier otro medio. De hecho, le permite mostrar luz, profundidad y textura, tres principios inseparables de su enfoque artístico. Pinta intuitivamente, colocando sus sentimientos más íntimos en el objeto exterior representado por el lienzo a la manera de Kandinsky. El uso del movimiento y sus propias sensaciones revela una abstracción en la que todos pueden encontrarse. Esta idea es fundamental para el artista que pide al espectador que se tome el tiempo de sumergirse en la obra y dejar resonar en él el eco de esta vibración emocional.